El bordado es una de las perlas del arte chino. Desde las magníficas batas de dragón que llevaban los emperadores hasta los bordados actuales más populares y a la moda, son unas prendas dignas de ser admiradas.
Como tipo de arte folclórico de larga traducción, el bordado ocupa un lugar importante en la historia de las artes y artesanía popular china. A lo largo de su extenso desarrollo, aparece junto a la cría de gusanos de seda, la confección de ovillos y las telas de seda.
China fue el primer país del mundo en descubrir el uso de la seda. Los gusanos de seda ya fueron domesticados hace unos 5000 años. La producción de hilo y fibras de seda dio lugar a la aparición de los bordados. Según el clásico Shangshu (o el Libro de la Historia), los “usos y costumbres” de hace 4000 años, estipulaban, entre otras cosas, “los vestidos y faldas con diseños y bordados”. Esto es una muestra de que los bordados se convirtieron ya en aquellos remotos tiempos en un arte establecido.

La pieza bordada más antigua de la que se tiene constancia en China data de la dinastía Shang (entre el 1600 y el 1046 a.C.). Los bordados en dicho período eran indicativos del estatus social. Sin embargo, no fue hasta más tarde, cuando la economía nacional empezó a desarrollarse, cuando los bordados empezaron a formar parte de la vida de los ciudadanos de a pie.
Pasada la época de constante progreso de la dinastía Zhou (del 1046 al 221 a.C.), la dinastía Han (206 a.C. al 220 d.C.) fue testigo de un salto en la técnica y estilo artístico de los bordados. Aparecieron los bordados de la corte y empezaron a especializarse. Los estampados eran muchos y muy diversos: desde soles, lunas, estrellas, montañas, dragones, fénix y tigres, hasta flores, nubes e incluso figuras geométricas. También estaban de moda las frases de ánimo. Tanto los testimonios históricos escritos como los artículos producidos son muestra de ello.
Según dichos testimonios, toda mujer en la capital de Qi (lo que hoy en día es Linzi, en la provincia de Shandong) sabía bordar. Como cada día lo veían y practicaban, de forma natural se convirtieron en maestras de ello. La familia real y la aristocracia lo cubrían todo de bordados (incluso llegaban a albergar en sus habitaciones tantos motivos decorativos a base de bordados, que las paredes quedaban totalmente cubiertas. Los bordados inundaban sus casas, desde colchones hasta ropas de cama, desde la ropa de uso diario hasta los objetos usados en los enterramientos.
Los bordados auténticos encontrados en la tumba Han de Mawangdui son la mejor prueba de la proliferación sin precedentes de las técnicas de bordado. Entretanto, los bordados extraídos de las cuevas Mogao en Dunhuan, en las tumbas antiguas de Astana-Karakhoja en Turpany al norte de Mongolia Interior, refuerzan dicha evidencia.
Durante el período de los Tres Reinos (220-280), la mujer de Sun Quan, el rey de Wu, fue una de las figuras más insignes para el desarrollo de los bordados. Fue asimismo la primera pintora de la que se tiene constancia en la historia de la pintura china. Era muy buena en caligrafía, en pintura y bordados. Sun Quan quería un mapa de China y ella se lo dibujó, e incluso se lo bordó. Era considerada como la Maestra del Tejido, la Aguja y la Seda. Durante dicha época también aparecen retratos bordados.
Con el boom del budismo en China durante las dinastías Wei, Jin, Sui y Tang (desde el 220 al 907), los bordados fueron ampliamente utilizados como modo de honorar las estatuas de Buda. Lu Meiniang, una doncella de la corte de la dinastía Tang (618-907), bordó siete capítulos de sutras budistas en un diminuto pedazo de seda. Durante dicho período, apareció una nueva técnica de dar las punzadas.
A parte de las figuras budistas, la temática de los cuadros chinos como montañas, aguas, flores, pájaros, pabellones y gentes se convirtieron en temas también de los bordados, convirtiéndolos en un tipo de arte singular.
Durante la dinastía Song (960-1279) se llegó a la cima del desarrollo de los bordados tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. El bordado se convirtió en un arte que combinaba la caligrafía y los dibujos. Se inventaron nuevas herramientas y técnicas. El departamento de Wenxiu era el responsable de los bordados de la corte Song.
Durante el reino del emperador Hui Zong, los tipos de bordados se dividieron en cuatro categorías: montañas y aguas, pabellones, gentes, flores y pájaros. Durante dicho período el arte del bordado llegó a su cénit y aparecieron afamados bordadores. Incluso los intelectuales se sumaron a esta actividad, otorgando una doble función a la misma: artesanía de uso diario y arte.
El toque religioso de los bordados cobró fuerza durante los reinados de la dinastía Yuan (1271-1368), quienes creían en el lamaísmo. Los bordados se utilizaban sobre todo en las estatuas de Buda, a los Sutras y a las piezas que utilizaban para sus plegarias. Uno de dichos artículos se conserva en el Palacio de Potala, Tíbet.
Con el surgimiento del capitalismo durante la dinastía Ming (1368-1644), la sociedad china vio prosperar sustancialmente muchas de sus industrias. En los bordados también se observan nuevas características. Los auspiciosos estampados tradicionales eran usados mayormente para simbolizar temas populares: patos mandarines que significaban amor; granadas como símbolo de fertilidad; pinos, bambú y ciruelas que transmiten la idea de integridad; peonías que expresan riqueza y honor; y cráneos para representar la longevidad. Los famosos bordados Gu eran típicos de la época.
La dinastía Qing (1644-1911) heredó los rasgos de la Ming y absorbió nuevos ingredientes de los bordados japoneses, e incluso del arte occidental. Aparecieron también nuevos materiales, bañados en oro o hilo de plata. Según la conocida novela de la dinastía Qing, “El sueño de la Cámara Roja”, también se usaban plumas de pavo real.