En la antigua China, el compromiso matrimonial era un rito social de gran importancia, en el que el hombre y la mujer confirmaban sus vínculos como paso previo al matrimonio oficial. Los vínculos matrimoniales se establecían siguiendo la “orden de los padres y la palabra del casamentero”. Sin embargo, las doncellas en edad adolescente tenían la costumbre de prometer su amor mediante símbolos o prendas. Bajo la presión social, los muchachos y muchachas se entregaban prendas en privado. Otros, simplemente, no podían decirlo.

Los antiguos símbolos de amor incluían pulseras, brazaletes de oro, sortijas, pendientes y bolsitas de perfume. Podía tratarse también de pequeños objetos heredados de los antepasados o recuerdos cuidadosamente elegidos. Sin importar qué eran o cuánto valían, las prendas de amor siempre tenían algún origen o estaban estrechamente relacionadas con las personas. Las implicaciones espirituales de estos objetos no estaban ligadas a su valor material. Regalar estas prendas de amor era como presentar las propias aspiraciones y mostrar una lealtad para toda la vida.