¡Esto es Beijing!

2017-12-12

El vuelo fue largo y, previsiblemente, agotador. Dormí la mayor parte del tiempo mientras volábamos en un avión de Ethiopian Airlines desde Yaundé, la capital de mi país, Camerún, hasta Addis Ababa en Etiopía, y luego desde Addis Ababa en un vuelo de conexión hasta Beijing, la capital china. En total, unas 10 horas de viaje.

Aterrizamos en el Aeropuerto Capital de Beijing eso de las 5.30 de la tarde en febrero de 2017. Tardamos otra media hora en llegar a la cinta transportadora para recoger nuestro equipaje.

En la zona de llegadas, mis anfitriones del Centro de Prensa China-África, CAPC, con pancartas de identificación, me estaban esperando. Junto con colegas de diferentes países africanos que llegaron en el mismo vuelo, todos nos subimos al autobús rápido para escapar del frío invernal de Beijing. Viniendo desde el clima tropical de Yaundé, donde las temperaturas rondan los 20 grados, debo decir que fue toda una experiencia encontrarme con el invierno por primera vez.

A su llegada al complejo residencial diplomático DRC de Jianguomenwai, a eso de las 10 de la noche, el personal de administración del edificio y los guardias de seguridad con ramos de flores nos dieron la bienvenida. Muertos de frío intentábamos dar las gracias con una sonrisa. Justo después me llevaron a mi apartamento en uno de los edificios del complejo, pero el jet-lag no me permitió dormir bien la primera noche en Beijing.

Desde entonces, mi vida en la capital china se convirtió en algo así como una montaña rusa. Me adapté rápidamente al nuevo entorno y aprendí a hacer mis propias compras, a diferencia de las dos primeras semanas que siempre íbamos acompañados de estudiantes chinos del Centro de Prensa China-África. Siete de los diez meses que pasé en Beijing transcurrieron sin ningún imprevisto. Los últimos tres meses los marcaron las ansias por regresar a mi país para ver a mi familia.

Como capital de la nación más grande del mundo en términos de población, casi 1.400 millones de personas, Beijing no es una ciudad pequeña. Su población de 23 millones es igual a la de Camerún. En términos de entretenimiento, me lo pasé muy bien. Disfruté de los actos teatrales de Laoshi Teahouse, las diferentes representaciones de ópera china y de kungfu, conciertos musicales, juegos de fútbol y tenis, etc.

La famosa Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano, la Gran Muralla de China, las clases de práctica de cocina local y, sobre todo, las clases de lengua y arte chinas, me ofrecieron la oportunidad de conocer más sobre la cultura de China, al igual que los puntos de referencia de Beijing, como el Gran Salón del Pueblo, el Museo Nacional y la Plaza Tian'anmen.

Quizás, la historia hubiera sido muy diferente si no fuera por la actitud de bienvenida de los residentes de Beijing. Siempre preparados para ayudar incluso cuando no entienden tu inglés. Además, los ladrones no parecen existir en Beijing. Durante mi estancia, pasé libremente entre la gente sin temor a que me abrieran bolsillo o me quitaran el teléfono móvil.

Las experiencias de dos colegas africanos lo dicen todo. Perdieron sus billeteras en días diferentes, pero sus bolsos fueron recogidos por verdaderos buenos samaritanos y devueltos al complejo residencial diplomático Jianguomenwai. ¡Con todas sus cosas intactas! ¿Qué mejor manera de demostrar el sentido de honestidad de los residentes de Beijing?

En general, la vida en Beijing era tan hermosa que si tuviera la oportunidad de regresar en el futuro, lo aceptaría sin problemas. Después de todo, ¡esto es Beijing, la famosa capital china!

Kimeng Hilton Ndukong, subeditor de Noticias Mundiales del diario bilingüe Camerún Tribunede Camerún, describe su estancia de diez meses en la capital china, Beijing. Es miembro del Centro de Prensa China-África 2017, CAPC.

El Pueblo en Línea


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