Los parques que alegran la vida de Beijing

2017-08-16

La capital de China es como cualquier otra ciudad cosmopolita del mundo. Los rascacielos dominan el paisaje, millones de autos copan las avenidas, las personas caminan sin detenerse y el metro se atesta de pasajeros en hora pico. Pero esa imagen es y no es Beijing.

Enclavados dentro de la enjambre de edificios están los parques de la ciudad, importantes espacios para beber de la cultura viva y latente del pueblo del gigante asiático.

Los parques de Beijing, y de gran parte de China, son una puerta a las costumbres y tradiciones de los pobladores de este milenario país.

Sin importar el día de la semana o la estación del año, a estas plazas públicas, que en la antigüedad fueron jardines imperiales, acuden chinos de todas las edades para realizar las más disímiles actividades, desde practicar artes marciales hasta simplemente disfrutar del aire limpio.

Los parques de esta urbe desbordan energía y vitalidad, en ellos hay espacio para el asueto, bailes, ejercicios, juegos de mesa, y la música. Todo un espectáculo que permite a los más de 20 millones de habitantes de esta ciudad, sin acceso al mar, abstraerse por unas horas de la agitada vida diaria.

En ellos, músicos aficionados, con instrumentos tradicionales o a capella, entretienen a los transeúntes con un repertorio de temas de la Ópera de Pekín.

En una visita a un parque de Beijing es común encontrar a personas jugando mahjong o ajedrez chino (xiangqi), célebre por sus complicadas estrategias, grupos danzando al compás de ritmos de todas las geografías o toparse, en pleno parque olímpico, con un auditorio de ópera improvisado.

En consonancia con los preceptos de filosofía tradicional china sobre la búsqueda del equilibrio para la vida, un rasgo distintivo de estos paseos es lograr la armonía con la naturaleza.

Lo mismo en el parque Ritan, construido en 1530 por el emperador Jiajing de la dinastía Ming; en Tiantan Gongyuan, donde se encuentra el Templo del Cielo, o en Beihai, un antiguo jardín imperial de 69 hectáreas que fue abierto al público en 1925, las construcciones diseñadas por el hombre conviven con los paisajes naturales, finalmente la razón de ser de estas áreas de disfrute.

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