China como nuevo campo de batalla para la literatura hispanoamericana

2017-07-11

Últimamente inauguramos una librería hispanoamericana cerca del Estadio de los Trabajadores, en Beijing. Nuestra idea era avanzar con un proyecto modesto, casi íntimo, entre amigos. Sin embargo, nos sorprendió que a pocos días de la apertura ya había mucha gente preguntando, algunos periodistas de China, Argentina y España y miles de mensajitos de texto respaldando el proyecto.

Un amigo puso una librería hispanoamericana en París. A veces suele anunciarla como “la última librería hispanoamericana de París”, la verdad que suena bien. Suena más literario y poético que “la primera librería hispanoamericana de Beijing”. Pero a lo mejor indica el momento o el estado de ánimo que cada capital, o cada país, está viviendo.

Es cierto que algunas cosas que parecen agotadas en otros lugares gozan en China de un vigor, de un entusiasmo y hasta de una inocencia propios de las fundaciones.

Por ejemplo, creo que con Borges hay una renovación de este lado del planeta. Me parece que se lee de una manera desenfadada y muy valiosa. Mientras que en otros países se lo ha leído y releído, interpretado y malinterpretado todo lo posible. Acá aparecen libros suyos inéditos hasta el momento en mandarín y es leído por algunos jóvenes como si hubiera escrito sus mayores obras hace unos pocos meses.Con esa fuerza es leído, y así debería ser leído siempre. Borges es hoy en día el autor latinoamericano más publicado en China.

El artista plástico Hu Xin, de Shanghai pintó la Gioconda exactamente como la del Louvre. Tardo como tres años porque no quería ni que una pequeña sombra fuera diferente. Cuando lo entrevisté en su casa llena de borradores de la Gioconda me dijo, previsiblemente, que se había inspirado en Pierre Menard.

Recordemos que ese cuento de Borges relata la historia de un escritor cuya obra principal es un fragmento del Quijote que coincide exactamente con el de Cervantes.

Intenté en vano convencer a Hu Xin de que hiciera una muestra con los borradores de la Gioconda, porque eran buenísimos. Pero me dijo que no: que Pierre Menard había tirado sus borradores y que él debía hacer lo mismo.

Había una tela por ejemplo en el que el paisaje ya estaba terminado y la mitad de la cara, mientras que lo de más estaba apenas esbozado por un color sepia clarito. Para mi gusto personal era más hermosa esa obra que la obra de Da Vinci.

De todas maneras, la obra de Hu Xin se presenta acompañada con una pequeña explicación. Arte conceptual.

Es cierto que la literatura también es una fé. Creo que César Aira dijo que la religión era la literatura de los pobres, o de los menos cultivados. Igualmente podríamos decir que la literatura es la religión de la gente cultivada. En el sentido de que depende de cierta devoción. Parece siempre pendiente de un hilo (apenas los lectores cambien de opinión se va todo por la borda).

A veces me amargo pensando que un grupo de genios jóvenes vienen y demuestran que todo era una mentira: Borges, Kafka, Cervantes, Joyce, cualquiera. Leídos de una nueva forma podrían volverse malos.

Para los que crecimos admirando y creciendo a tantos escritores eso sería una pérdida importante. Una de las mayores que podríamos tener dado que ese cariño es parte de nuestra personalidad. Pero sería por una buena causa. Una renovación de la literatura.

Pero por el momento eso parece lejos.

Salvo en China. Porque aquí los autores se leen de manera diferente. Sin los prejuicios que cargamos nosotros: como una cruz.

Por ejemplo. Nunca, nunca jamás, encontré en otra parte del mundo alguien que sea a la vez fan de Borges y de Cohelo. Bueno: es el caso del pintor Hu Xin (e ilustra las lecturas que hacen muchos de sus contemporáneos).

Había guardado ese dato para el final porque me parece muy sorprendente. Y muy borgeano. Leer a Cohelo o a Harry Potter en el mismo plano que a Borges o a Cervantes, “¿no es una suficiente renovación de esos tenues avisos espirituales?” (como dice el cuento de Borges).

Xinhua


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